PODERES MENTALES:

CÓMO UTILIZARLOS

 

©Isabela Herranz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Í N D I C E

 

CAPÍTULO I

¿ES USTED PSÍQUICO?

-La última frontera

-¿Qué es la percepción extrasensorial?

-Estrategias de supervivencia

-¿Cuántos sentidos tenemos?

-Un supersentido arcaico

-¿Campos mentales?

-Psíquicos involuntarios

Anexos y ejercicios:

-Perfil psicológico de los dotados psíquicos

-Ejercicio modelo para afrontar el estrés

-Relájese profundamente

-Inducción auto-hipnótica

-Instrucciones básicas de auto-hipnosis

-Técnica del espejo y la llama

-Técnica del tercer ojo

-Claves para visualizar creativamente

-Ejercicio de visualización creativa

-Experimento de psicoquinesis

 

CAPÍTULO II

EL CEREBRO: UNA MÁQUINA DE ILUSIONES

-Alimente el cerebro

-Estimule y oxigene las neuronas

-Más listos y felices

-Los peligros del neuromarketing

-Ayudas para la memoria

-La glándula pineal

Anexos y ejercicios:

-Nutrientes esenciales

-Un mineral estrella: el magnesio

-Suplementos nutritivos: dosis diarias recomendadas

-Alargue sus dentritas

-Consuma tónicos naturales

-Los mejores trucos para la memoria

-Meditación sobre la glándula pineal

 

CAPÍTULO III

¿SE PUEDE ADIVINAR EL PORVENIR?

-Oráculos a la carta

-El efecto Forer

-¿Quién conoce nuestro futuro?

Anexos y ejercicios:

-Dos sistemas infalibles: lectura en caliente y lectura en frío

-¿Cómo leer en la bola de cristal?

-Pasos a seguir para leer la bola de cristal

-Guía para interpretar imágenes en la bola de cristal

 

CAPÍTULO IV

DE LA PSICOMETRÍA A LA VISIÓN REMOTA

-¿Para qué sirve la psicometría?

-Radiestesia psíquica

-Sanación con fotos

-La visión remota

Anexos y ejercicios:

-Visión remota por televisión

-Practique la videncia con fotografías

-Técnica de videncia fotográfica con péndulo

 

 

 

 

CAPÍTULO V

PREMONICIONES: UN SALTO EN EL FUTURO

-¿Proyecciones intuitivas?

-Premoniciones ominosas

-Crónicas anunciadas

-Registros de premoniciones

Anexos y ejercicios:

-¿Qué es una premonición y para qué sirve?

-Asómese a la pantalla del futuro

 

CAPÍTULO VI

FENÓMENOS TELEPÁTICOS

-Contacto de “mente a mente”

-Gemelos telepáticos

-Telepatía con animales

-Telepatía por teléfono

Anexos y ejercicios

-¿Cómo puede activarse la telepatía?

-Experimento telepático entre dos personas

-Desarrolle su habilidad telepática con las mascotas

-Ejercicio de comunicación telepática con mascotas

 

CAPÍTULO VII

LA MAGIA DE DORMIR Y SOÑAR

-¿Para qué soñamos?

-Almacén de recuerdos

-Incubar y recordar sueños

-Sueños inducidos

-La parálisis del sueño

-Ataques sobrenaturales

Anexos y ejercicios:

-Normas básicas para recordar sueños

-Pregunte a la fuente de los sueños

-Enfréntese a sus pesadillas

-Plantas para dormir y soñar

 

CAPÍTULO VIII

EL MISTERIO DEL AURA

-Captar lo invisible

-¿Qué es el aura?

-Lámparas vivientes

-La ciencia del “aura”

-Test de colores

-¿Se puede inducir la sinestesia?

Anexos y ejercicios:

-Variedades de sinestesia

-Practique hasta que vea

-Visualice el aura de las manos

-Trucos para fortalecer el aura

 

CAPÍTULO IX

EXPERIENCIAS EXTRACORPÓREAS

-El alma y el cordón de plata

-¿Podemos volar fuera del cuerpo?

-Viajes alucinantes

-Experiencias metacóricas

-Volar para sobrevivir

Anexos y ejercicios:

-Investigaciones científicas sobre las experiencias extracorpóreas

-Anatomía de la experiencia extracorpórea

-Guía para principiantes

-Los veinte pasos de la proyección extracorpórea

-Ejercicios prácticos

 

 

CAPITULO X

EXPERIENCIAS EXTÁTICAS “ESPONTÁNEAS”

-¿Qué es el éxtasis?

-Los enteógenos y el culto al sexo

-La vía del tantra

-La química del amor extático

-Atajos para el paraíso

Anexos y ejercicios:

-Fenomenología de las experiencias sexuales trascendentes

-Doctrinas sexuales sagradas

-Ejercicio tántrico para despertar la conciencia

-Alcance el éxtasis en pareja

 

CAPÍTULO XI

EL CAMINO DE LA LIBERTAD: LA MEDITACIÓN

-¿Qué es la meditación?

-Efectos psicofisiológicos de la meditación

-Objetivo supremo: la iluminación

-Anexos y ejercicios:

-Características de los estados místicos

-Instrucciones básicas para meditar

-Técnica de meditación para alcanzar el éxtasis

-Meditación sobre la llama de una vela

 

CAPÍTULO I

¿ES USTED PSÍQUICO?

 

LA ÚLTIMA FRONTERA

La mente humana sigue siendo la última frontera, pero cada vez estamos más cerca de cruzarla. Tras más de un siglo de pesquisas y experimentos, los investigadores – en los últimos tiempos fundamentalmente del campo de la neurología-, no han conseguido establecer por completo los mecanismos subyacentes de los diversos tipos de experiencias psíquicas denominadas a veces “anómalas”, pero ya tienen al menos explicaciones parciales para algunas, mientras que otras van dejando de ser un misterio y tenemos algunas certezas sobre ellas, es decir, sabemos cómo y por qué las experimentamos. Y ahora viene la pregunta clave: ¿Son esenciales para nosotros?

Como la respuesta es afirmativa, en este libro deseemos acercarlas al lector para que se familiarice con ellas, las desmitifique y luego las desarrolle para sacarles el mejor partido.

Se trata de experiencias que tienen que ver con nuestras creencias, nuestro comportamiento y, en definitiva, con nuestro cerebro, desde los contactos con supuestos espíritus hasta la adivinación del futuro o la visión del aura pasando por las experiencias fuera del cuerpo y la experiencia más inefable y suprema de todas, la iluminación. No es un asunto baladí, sino de gran trascendencia: “Para algunas personas un interés en lo paranormal es poco más que una diversión inofensiva, pero para muchas otras desempeña una parte fundamental en su toma de decisiones sobre sucesos importantes en sus vidas. Algunas cambian de casa para alejarse de un fantasma o un poltergeist. Otras actúan sobre la base informativa que creen haber obtenido por telepatía o mediante un vidente. Las creencias en los fenómenos paranormales pueden también crear miedos y ansiedades. Si estas creencias se basan en fenómenos válidos, posiblemente podrían aportar un conocimiento útil que debería estar al alcance del mayor número posible de personas, ya que tendría potencial para enriquecer y mejorar nuestras vidas”, comentan Ron Roberts y David Groome, editores de Parapsychology: The Science of Unusual Experience (2001).

Precisamente por la extendida creencia en lo paranormal y porque vivimos en la “era de la mente”, los neurólogos tienen necesidad de establecer la validez de las experiencias o fenómenos psíquicos que estudian. Otra cuestión es si tal investigación resulta “práctica”.

Cuando J.B. Rhine inició su andadura pionera en parapsicología le hacían continuamente la siguiente pregunta: “¿Se puede sacar algún uso práctico de las habilidades psíquicas?”. Rhine respondía siempre que “no” porque dichas habilidades no son suficientemente fiables y sobre todo porque el objetivo de sus investigaciones no era ese, sino “comprender la naturaleza fundamental del hombre y su lugar en el universo; descubrir una filosofía verdadera mediante la cual los hombres puedan vivir mejor y más felizmente”, escribía en el número de junio de 1945 del Journal of Parapsychology.

Desde entonces han transcurrido más de siete décadas y los avances en la investigación psíquica han sido tantos que, a diferencia de la visión de Rhine, ahora empieza a aceptarse que la percepción extrasensorial (PES) y otras habilidades psíquicas podrían ser beneficiosas para la psicoterapia y para ayudar en la curación de gran variedad de enfermedades. Asimismo, se valora su posible utilización con fines estadísticos en los mercados bursátiles, para localizar tesoros escondidos y personas desaparecidas, mejorar la calidad de semillas para la agricultura, o desarrollar máquinas que respondan al pensamiento y sean de ayuda para personas discapacitadas. Mientras se investigan fórmulas eficaces para la aplicación práctica de las capacidades psíquicas, el mejor conocimiento de la telepatía, la proyección astral, la psicoquinesis y la clarividencia, que vienen investigándose desde finales del siglo XIX, ha permitido confirmar que la mente no está limitada por el cerebro y que esas experiencias son “biológicamente naturales”, como diría el biólogo Rupert Sheldrake al referirse a la existencia de un séptimo sentido en la especie humana, que explicaría diversas experiencias de percepción extrasensorial.

 

¿QUÉ ES LA PERCEPCIÓN EXTRASENSORIAL?

En las últimas décadas la investigación psíquica ha hecho claros progresos. Las investigaciones sobre la percepción extrasensorial (PES) y la psicoquinesis (PK) han demostrado que la mente, lejos de estar aprisionada en los dominios del cuerpo físico, puede separarse completamente del cuerpo (durante viajes extracorpóreos), participar de experiencias o emociones que les ocurren a otras personas e incluso tener influencia física en su propio entorno (PK).

Christopher Roe, del Departamento de Psicología de la Universidad de Edimburgo, ha estudiado si la psicoquinesis y la percepción extrasensorial son aspectos de un fenómeno unitario y ha llegado a la conclusión de que no: “En el estudio efectuado hay escaso testimonio que sugiera que la percepción extrasensorial y la psicoquinesis se relacionen. Al menos de momento no podemos afirmar que sea así”.

La percepción extrasensorial (PES) hace referencia a la aparente habilidad de algunos seres humanos para obtener información sin utilizar los cinco sentidos y sin depender de la inferencia lógica. Existen varios términos antiguos que reflejan subdivisiones de la categoría más amplia de PES:

Telepatía: Hace referencia al contacto de “mente a mente”, en que una persona obtiene información directamente de la mente de otra sin la mediación de los sentidos (ver capítulo correspondiente).

Clarividencia: Es la obtención de información sobre un lugar, suceso u objeto sin mediación sensorial. A diferencia de la telepatía, la clarividencia no depende del contacto directo con otra persona. Tanto una como otra acontecen en el tiempo real, es decir, la impresión del perceptor tiene lugar más a menos en el momento del suceso. Sin embargo, la PES con frecuencia implica algún suceso futuro, en cuyo caso se denomina precognición. Aunque ésta suele manifestarse como clarividencia (cuando una persona parece “ver” una escena o suceso futuros), algunas precogniciones resultan ser telepáticas (como cuando una persona experimenta las emociones futuras de otra persona). Los investigadores recomiendan no utilizar los términos clarividencia y telepatía y prefieren utilizar el término percepción extrasensorial general (PESG), para abarcar ambos fenómenos porque no pueden distinguirlos en los experimentos de laboratorio.

Psicoquinesis: Otra habilidad psíquica -menos frecuente que la PES- es la psicoquinesis (PK), que consiste en la habilidad del ser humano para afectar objetos, sucesos e incluso personas a su alrededor sin la intervención del sistema muscular. Raramente ocurre de forma espontánea, al margen de la actividad poltergeist o de la parada ocasional de un reloj cuando muere una persona, sin embargo el fenómeno es lo bastante "provocador" como para prestarle atención. El investigador inglés Hilary Evans, por ejemplo, lo estudió en los años noventa en unión del denominado "Efecto SLI" o “Interferencia en el Alumbrado Público”. Dicho estudio puso de manifiesto que muchas personas son capaces de interferir en el alumbrado público y de alterar los aparatos eléctricos (cambios espontáneos en los canales del televisor, alteración en programas de ordenadores, cajas registradoras, máquinas tragaperras, lavadoras o en los sistemas eléctricos de oficinas o coches). Todo ello apunta a que la electricidad natural del cuerpo y del cerebro humanos influyen sobre los mecanismos eléctricos a nuestro alrededor. También podría deberse a actividad mental inconsciente, de hecho, estados anímicos específicos (ansiedad prolongada, serenidad, alegría, excitación, cólera reprimida, depresión) se encuentran a veces en la raíz de estos fenómenos.

 

ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA

Muchos lectores tal vez se pregunten qué interés pueden tener experiencias como las citadas y qué pueden aportar a nuestra vida cotidiana, como si el hecho de no percatarnos “conscientemente” de algunas de ellas las invalidara o descartara como inexistentes. Para empezar, “si la habilidad extrasensorial es un producto de la evolución humana, entonces su función principal es asegurar la supervivencia biológica individual… Podría incluso ser que haya evolucionado para ser deliberadamente oscura porque funciona mejor cuando pasa inadvertida para el individuo al que sirve”, apuntaba Richard Broughton en su obra Parapsychology, The Controversial Science (1991). Esto podría aplicarse a la intuición, por ejemplo, que según Broughton no se limita a destellos creativos ocasionales, sino que incluye el acto de adquirir información para guiar el conjunto de decisiones nimias conectadas con estar en el sitio adecuado en el momento adecuado o evitar el sitio equivocado en el momento adecuado: “De este modo el componente psi de la intuición constaría de aquella información no sensorial adquirida para conferir una ventaja competitiva en el juego de la supervivencia”, explica Broughton.

Aquellas experiencias complejas que van más allá de los meros presentimientos, como son las extracorpóreas (EEC) y las cercanas a la muerte (ECM), presentan otras “ventajas” adicionales para nosotros como puede ser, por ejemplo, ayudarnos a perder el miedo a la muerte. A pesar de su escepticismo respecto a la posibilidad de que del cuerpo se desprenda un “doble etérico”, la investigadora Susan Blackmore valora dicha “ventaja”: “Si me hubiera muerto en medio de mi EEC creo que no me hubiera importado lo más mínimo. La experiencia eliminó mi miedo a la muerte por completo”.

Teniendo en cuenta que al menos sobre este punto hay “consenso”, tal vez debería considerarse a las ECM y a las EEC como una especie de “ensayo de la muerte”. Sin embargo, según ha apuntado Charles Tart, la magnitud de la experiencia hace pensar que sirve más bien de “ensayo para mejorar la vida”. Kenneth Ring, autoridad mundial en las ECM, también comparte dicha visión cuando afirma que “nos ayudan a sobrevivir y en consecuencia a evolucionar”. Probablemente todos ellos están en lo cierto. En contra de lo que pueda parecer, en la coyuntura actual, la investigación del cerebro es indispensable para ofrecer una salida no a otros mundos sino a este. Las preguntas que suscita la naturaleza de la mente y el cerebro humanos van justo a la raíz de nuestra búsqueda para comprendernos a nosotros mismos y acabar con viejos paradigmas, como la noción de un dios creador: “Muchas visiones previamente establecidas se están cuestionando. Seguramente uno de los mayores de estos desafíos para la humanidad es darse cuenta de que somos mortales, que estamos vivos en este momento, y considerar nuestra presencia en un universo sin un creador responsable de todos y cada uno de nosotros. La muerte es una parte siempre presente en nuestra existencia –no tenemos ninguna necesidad de negarla-. Podemos reivindicar acceso a nuestra naturaleza espiritual sin religión y sin someter la razón a la ortodoxia. Nuestra inmortalidad no reside en nuestras almas sino en cómo cambiamos el mundo con nuestra presencia”, concluye Ron Roberts en su ensayo Gateways to the Mind: Society and the Paranormal (2001), donde analiza la importancia de prestar atención a los fenómenos paranormales en un mundo en crisis, con desigualdades en aumento en salud y riqueza, la amenaza permanente de los desastres naturales, una nueva revolución industrial en marcha y un paisaje de valores morales cambiantes. Por todo ello, Roberts pregunta si no será la vida antes de la muerte la que debe recibir toda nuestra atención y no la posibilidad de la vida tras ella.

La pregunta anterior y otras muchas relativas a “la naturaleza fundamental del hombre y su lugar en el universo”, a las que con sus estudios pioneros Rhine aspirara a responder, empiezan a desvelarse ahora gracias al trabajo de sus sucesores. Si ignoramos los efectos de las experiencias denominadas anómalas y no las aprovechamos tal vez estemos despreciando valiosos beneficios para nuestra supervivencia como especie.

 

¿CUÁNTOS SENTIDOS TENEMOS?

Cuando alguien pregunta si todo el mundo posee percepción extrasensorial (PES) es preciso aclarar que no se trata tanto de saber quién posee más PES como saber en qué tipo de personas aflora con más facilidad. Si aprendemos sus mecanismos, será más fácil experimentarla, ya que parece estar determinada por la estructura de la personalidad.

Aunque se desconoce todavía qué aspectos de la misma la favorecen, parece que existe una interacción de aptitudes psicológicas innatas, factores ambientales y quizá influencias hereditarias (muchos psíquicos famosos han tenido hermanos igualmente dotados).

Tras sus investigaciones con estudiantes universitarios en la India, B.K. Kanthamani y K. Ramakrishna Rao elaboraron un listado de los rasgos psicológicos destacados encontrados entre los individuos más dotados de PES: 1) amabilidad y sociabilidad, 2) bondad y trato fácil, 3) seguridad en sí mismos, 3) fortaleza emocional, 4) entusiasmo, 5) locuacidad, 6) alegría, rapidez y espíritu alerta, 7) espíritu aventurero e impulsivo, 8) emotividad, 9) realismo y practicidad, 10) relajación, 11) despreocupación, 12) serenidad.

Los sujetos excepcionalmente dotados no se ajustan a estos patrones; pertenecen, por así decir, a una clase diferente de personas, con frecuencia más neuróticas que el resto; son, por así decir, “aberraciones” como señalara Richard Broughton al referirse a los médiums D.D. Home y a Nina Kulagina cuyas proezas resultaban tan increíbles que parecían trucadas. Y es que lo realmente raro es poseer niveles de sensibilidad psíquica excepcionales como poseían ambos.

En cuanto al posible desarrollo de la PES, las investigaciones han mostrado que la quietud mental la favorece. Puesto que en un mundo como el actual, saturado de teléfonos móviles, músicas estridentes, automóviles, televisión, etcétera es muy difícil aquietar la mente, se recomienda la meditación (ver último capítulo) como una de las formas más efectivas para desarrollar la PES. Aunque los neurólogos no saben con certeza qué método de meditación es más eficaz, han comprobado que los meditadores consiguen mejores resultados en las pruebas de laboratorio que los no meditadores. La meditación es una de las vías, acaso la mejor, para alcanzar estados inefables de conciencia, pero veamos qué sucede con las experiencias psíquicas extrasensoriales.

“El 8 de noviembre de 1961, poco después de llegar a la escuela donde doy clases, me dirigí al despacho. De pronto, sentí un dolor tan agudo en el hombro y el pecho que di un grito. Los profesores que me acompañaban se alarmaron. Sin embargo, la intensidad del dolor no duró y pude seguir con mi trabajo. Una hora después del suceso, el director vino a verme para decirme que tenía una conferencia telefónica. Una tía mía a la que estaba muy unida había sufrido un ataque cardiaco mientras bajaba las escaleras con mi madre. Murió instantáneamente, con mi madre a su lado. Según los cálculos, el suceso había tenido lugar aproximadamente a la misma hora en que yo había sentido el dolor en el pecho”.

Esta historia, descrita por una mujer de Indiana y recogida por la doctora Louisa Rhine, refleja una de las principales formas de experiencia psíquica, que podría denominarse de “dolor alucinatorio”. Tal vez algo parecido le haya ocurrido a usted y, sin embargo, se ha asustado tanto que ha optado por no prestar atención al suceso y olvidarlo. Esto es, por desgracia, no solo frecuente, sino que resulta lógico en una cultura como la nuestra en la que no encaja lo “paranormal” a menos que sea de forma distorsionada como ocurre en las películas o series de televisión al estilo de Expedientes X, que narra historias paranormales en gran medida absurdas y fabuladas.

Nunca hasta ahora el público había buscado con tanto afán información sobre los fenómenos psíquicos pero, ante la confusión existente, es preciso que estos sean revisados y desmitificados, ya que están rodeados de falsas ideas como que son experiencias siniestras o patológicas. No es extraño que muchas personas sientan verdadero temor y desconcierto cuando los fenómenos de percepción extrasensorial irrumpen repentinamente en su realidad cotidiana desafiando los presupuestos lógicos que rigen su mundo dimensional y causal. Sin embargo, tales experiencias no solo no obedecen en general a causas patológicas ni psicóticas, sino que son bastante frecuentes. Hasta tal punto que por mucho que se empeñe uno en inhibirlas afloran cuando menos se las espera: durante el sueño (lo más habitual), en sesiones de hipnosis, meditación, relajación o aislamiento sensorial y también como consecuencia de una enfermedad, crisis personal, parto, accidentes o otros episodios.

Las encuestas realizadas por George Gallup en 1978 y por el canal CBS de la televisión americana en 1989 mostraron que al menos tres cuartas partes de la población ha tenido experiencias de PES en su vida con mayor o menor frecuencia. En vista de estos resultados, cabe preguntarse: ¿nos encontramos ante una potencialidad latente en el hombre que disminuye a medida que la civilización avanza o se trata más bien del despertar de un supersentido todavía insuficientemente desarrollado? El fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, creía que las habilidades psíquicas eran el vestigio de un sistema primitivo de comunicación que se hizo innecesario a medida que se fueron desarrollando métodos de interacción más exactos como el habla. Esta hipótesis no carece de sentido si se tiene en cuenta que en culturas primitivas la manifestación de las habilidades psíquicas es más intensa y frecuente que en nuestra civilización. Sin embargo, aunque en tales culturas tales habilidades se acepten de forma más natural que en la nuestra, su manifestación se considera una anomalía, algo fuera de lo normal, lo cual invalida la teoría de Freud. Si realmente se trata de un parasentido primitivo, no solo no existe ninguna explicación lógica para pensar que estas habilidades hayan disminuido con la evolución humana, sino que hasta es probable que estén aumentando porque son potencialmente útiles para la especie.

Otra forma de interpretar estas facultades es considerar que si son una facultad humana su función será probablemente la misma que la de las restantes facultades con las que la evolución ha dotado a los humanos.

“Los sentidos, por los cuales percibimos las impresiones del exterior, son muy limitados en número. La vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto; a eso se reducen los sentidos en el ser humano. No se han podido ampliar ni disminuir en número, cualquier esfuerzo que se haya hecho para combinar dos de estos sentidos, o para buscar un sexto, ha sido vano. La numeración de nuestros sentidos, que se remonta a los primeros filósofos observadores y que Aristóteles reseñó, persiste hoy día tal y como se había fijado en el origen de la ciencia”, explicaba el médico francés Louis Figuier en 1879 en un famoso tratado dedicado a la fisiología humana. A pesar del tiempo transcurrido desde que Figuier sentara cátedra sobre el número de los sentidos pareciera que aún estuviéramos anclados no solo en el siglo XIX, sino en la visión aristotélica: todavía sigue cuestionándose la existencia de un “sexto sentido” en el hombre, a pesar de la reciente popularización de obras como La inteligencia intuitiva, del periodista estadounidense Malcolm Galdwell, o de que los biólogos que investigan los sentidos magnéticos y eléctricos de los animales hayan confirmado la existencia del mismo en numerosas especies.

Algunas variedades de anguilas, por ejemplo, generan a su alrededor campos a través de los cuales sienten objetos en su entorno, incluso en la oscuridad. Numerosas especies de peces y aves migratorias tienen un sentido magnético, un compás biológico que les capacita para responder al campo magnético terrestre. Muchos animales poseen una variedad de sentidos no ordinarios que podrían englobarse o definirse como un sexto sentido: los órganos sensibles al calor de las serpientes de cascabel y especies afines les permiten concentrar calor y rastrear a sus presas mediante una técnica termográfica. Las arañas tejedoras poseen un sentido vibratorio mediante el que pueden detectar lo que ocurre en sus telas e incluso comunicarse entre ellas a través de una especie de telégrafo vibratorio. Los mismos genes que confieren a los tiburones su sexto sentido y les permiten detectar señales eléctricas son también responsables del desarrollo de la cabeza y los rasgos faciales de los seres humanos. Este hecho apoya la idea de que las primitivas criaturas acuáticas que luego evolucionarían hasta el hombre podían también sentir la electricidad antes de emerger a la tierra.

Aunque muchos científicos siguen sin creer en la existencia de un sexto sentido humano, no parece haber duda de que algunas intuiciones se deben a él: “Ahora podemos demostrar en laboratorio lo que en cierto modo ya sabíamos: muchas personas literalmente sienten un vuelco en el estómago antes de que ocurra algo malo. Nuestras vísceras nos avisan del peligro incluso si nuestra mente consciente no recoge siempre el mensaje”, expresaba Dean Radin, de la universidad de Oregón, en un estudio realizado conjuntamente con Colleen Rae y Ray Hyman en los años noventa sobre el sexto sentido. Tras analizar diversos estudios en laboratorio y efectuar otros nuevos, estos investigadores sugieren que tenemos formas de conseguir información que van más allá de los sentidos ordinarios: “El sexto sentido y términos similares, como ‘percepción extrasensorial’ o ‘clarividencia’, se refieren a experiencias perceptivas que trascienden las fronteras usuales del tiempo y el espacio”.

En función de los resultados de los experimentos realizados por él y su equipo, así como por otros investigadores como William Braud del Institute’s William James Center for Consciousness Studies, o los de Dick Bierman en Ámsterdam, Dean Radin se atreve a afirmar que algunas intuiciones indican la presencia de un sexto sentido, pero que lo mismo que hay personas que ven mal, es muy probable que haya muchas que sean “ciegas” al mismo. Sin embargo, es optimista: “Sospecho que en el futuro, con un poco de ayuda de la tecnología especializada, del mismo modo que un dispositivo para el oído ayuda en los casos de sordera, podría ser posible potenciar nuestro débil sexto sentido”.

Otros biólogos como el británico Rupert Sheldrake ha ido más allá: se ha atrevido a avanzar la existencia de un séptimo sentido. Los ejemplos para ilustrarlo y luego explicarlo son bastante convincentes. Veámoslos.

 

UN SUPERSENTIDO ARCAICO

¿Quién no conoce la sensación casi física de estar siendo observado por alguien? ¿Se trata de una impresión subjetiva? ¿Se debe a un nivel de percepción superior, tal vez a una expansión de la mente? Las investigaciones realizadas al respecto apuntan a la existencia de un séptimo sentido. ¿Nos ha dotado la naturaleza de un sentido semejante? Si así fuera, habría que aceptar también la existencia de un “séptimo sentido” hasta ahora inexplicado: “No puedo recordar qué estaba pensando, según iba andando, cuando me paré y miré detrás de mí. El miedo me paralizó. Vi a un hombre hacia el otro lado del campo mirándome. Se escondió detrás de un árbol. Corrí el resto del camino hasta casa. Nunca se lo dije a mis padres porque se suponía que no debía andar sola tan lejos de casa”. Este episodio aterrador, aconteció a la narradora, Emma Clarke, cuando tenía ocho años y atravesaba un campo de regreso a su casa.

En circunstancias como la anterior, es difícil que se olvide que “alguien nos estaba mirando por detrás”. Sin embargo, se trata de una sensación que la mayoría de la gente ha experimentado en muchas ocasiones en circunstancias menos dramáticas y, por tanto, han olvidado el incidente o no le han concedido importancia.

Según han mostrado algunas investigaciones como las de Gerald Winer y sus colegas del departamento de psicología de la universidad del Estado de Ohio, sucede también que estas experiencias son más corrientes en niños que en adultos. Un 94% de estudiantes de entre 11 y 12 años contestaron “sí” a la pregunta “¿has sentido alguna vez que alguien te está mirando sin ver si una persona está realmente mirándote?”. El 89% de universitarios también contestó sí a dicha pregunta.

Los resultados de este muestreo vienen a confirmar que la sensación de sentirse mirado por detrás no solo existe sino que es muy corriente. La experiencia subsiguiente de volver la cabeza para ver quién nos está mirando resulta asimismo muy habitual. ¿Cómo explicar tal fenómeno? Si alguien puede decir cuándo le están mirando por detrás, eso sugiere que una influencia se expande desde quien mira. Si esta influencia no puede explicarse en términos de información sensoria normal, las implicaciones son de largo alcance ya que se tiene la impresión de que la mente se extiende hacia fuera. La sensación de sentirse mirado no tendría lugar si la atención estuviera dentro de la cabeza, pero si la atención se extiende fuera y nos conecta con aquello que estamos mirando, entonces nuestro mirar podría afectar aquello que miramos, ¿no es así?

Hasta recientemente apenas se habían investigado experiencias como las citadas, ni se habían avanzado hipótesis explicativas de sus posibles causas. Es innegable que la mayoría de las personas se han sentido miradas alguna vez por la espalda; lo mismo que han pensado en alguien justo antes de que les llamara por teléfono. Sin embargo, estas experiencias personales de fenómenos aparentemente inexplicados son descartadas por la ciencia institucional como “anecdóticas”. Tal vez porque suscitan miedo o porque parecen amenazar a la propia razón han tendido a negarse o descartarse como irracionales y carentes de fundamento científico.

El primer testimonio y más fundamental de la citada sensación es la experiencia personal y Rupert Sheldrake la atribuye a un “séptimo sentido”. Lo expuso por vez primera vez en el capítulo IV de su libro Siete experimentos que podrían cambiar el mundo (1994), donde describía un procedimiento sencillo que podía llevarse a cabo para comprobarlo. También ofrecía los resultados preliminares de sus propios experimentos y de encuestas informales en Europa y América: alrededor de un 80% de las personas encuestadas afirmaba haber experimentado el fenómeno. Asimismo se hacía eco de las descripciones que del mismo habían hecho en sus novelas grandes literatos contemporáneos como Tolstoy, Dostoevsky, Hugo, Huxley, Lawrence y Mann, entre otros. También mencionaba los trabajos de J.E. Coover en 1913 (un 75% de los estudiantes que investigó en Stanford creían en la realidad del fenómeno), los de J.J. Poorman en 1959, las observaciones de la investigadora psíquica Renée Haynes en los años setenta, los sofisticados tests a finales de los ochenta llevados a cabo en la Mind Science Foundation en San Antonio (Texas) por William Braud, Sperry Andrews y sus colegas. En líneas generales concluía que, a pesar de la escasa investigación realizada, los resultados obtenidos sugerían que el fenómeno existía aunque a veces no se manifestaba con tanta frecuencia en condiciones artificiales. ¿Quizá por eso no se le había prestado mucha atención? Parecía como si un tabú inconsciente relacionado con la antigua superstición del mal de ojo hubiera impedido que se investigara.

Ha pasado más de una década desde la publicación de aquel libro y desde entonces Sheldrake ha reunido una base de datos con miles de testimonios de percepción aparentemente inexplicada en personas y en animales. Ha realizado encuestas en Gran Bretaña, Alemania, Suiza, los Estados Unidos y Argentina sobre diversos tipos de percepción inexplicada y las condiciones bajo las que operan. Asimismo, mediante cuestionarios y entrevistas telefónicas ha investigado en detalle las experiencias de miles de personas. Otros colegas interesados en el fenómeno han llevado a cabo experimentos sobre la sensación de sentirse mirado por detrás en numerosas escuelas en Inglaterra, América y Alemania. Si los resultados obtenidos han confirmado que se trata de un fenómeno real –aunque dependa de factores todavía desconocidos por la ciencia-, ¿por qué los científicos no se interesan más por él? Sheldrake cree que su “exclusión” del ámbito científico se ha debido a que aceptar la existencia de un fenómeno así supone una amenaza para las creencias profundamente arraigadas, sobre todo la creencia de que la mente no es sino la actividad del cerebro. Sin embargo, si nuestras mentes no están limitadas por nuestros cerebros, muchos fenómenos que ahora nos parecen inexplicables cobrarían sentido, desde la telepatía hasta los miembros fantasmas.

 

¿CAMPOS MENTALES?

“Naturalmente, no digo que el cerebro sea irrelevante para nuestra comprensión de la mente. Es muy relevante, y los avances recientes en la investigación de cerebro tienen mucho que decirnos. Nuestras mentes están centradas en nuestros cuerpos, y en nuestros cerebros en particular. Sugiero, sin embargo, que no están confinadas en nuestros cerebros, sino que se extienden más allá de los mismos. Esta extensión ocurre a través de los campos de la mente, o campos mentales, que existen tanto dentro como más allá de nuestros cerebros”, expone Sheldrake en su último libro, La sensación de sentirse mirado y otros aspectos de la mente extendida (2003), donde presenta nuevos testimonios que confirman a su entender la existencia de un séptimo sentido en la especie humana. Piensa que si se considerara al séptimo sentido humano en un contexto biológico más amplio entonces podríamos empezar a entenderlo mejor: “Creo que causa menos susto reconocer que el séptimo sentido forma parte de nuestra naturaleza biológica, compartido con muchas otras especies animales, que tratarlo como algo raro o sobrenatural… Si el séptimo sentido es real, apunta a una visión más amplia de las mentes –literalmente una visión más amplia, en que las mentes se expanden en el mundo alrededor de sus cuerpos-. Solo si consideramos al séptimo sentido en su contexto biológico más amplio podremos empezar a comprenderlo y a ver cómo se relaciona con la naturaleza de las mentes humanas y animales”.

Para explicar lo anterior, Sheldrake sugiere que mediante nuestra atención creamos campos de percepción a nuestro alrededor, conectándonos a aquello que estamos mirando. A través de estos campos, el observador y lo observado se interconectan. Estos campos podrían ayudar a explicar la telepatía, la sensación de sentirse mirado y otros aspectos del séptimo sentido. Pero más importante aún es que también ayudan a explicar la percepción normal. Nuestras mentes están extendidas en el mundo a nuestro alrededor, conectándonos a cada cosa que vemos. Y a través de esos campos, los animales y la gente pueden sentir cosas a distancia y actuar a distancia.

La idea de campos alrededor de los cuerpos materiales nos es familiar. Los campos magnéticos están centrados en magnetos; los campos gravitacionales están centrados en cuerpos materiales como la tierra. El cuerpo de un magneto no está confinado al interior del magneto, sino que se extiende fuera de él. El campo gravitacional terrestre se extiende más allá de su superficie, sosteniendo a los satélites y a la Luna en órbita alrededor de ella.

Los campos magnéticos, como los campos eléctricos y gravitacionales, son invisibles pero son capaces de producir efectos a distancia. Del mismo modo, los campos de nuestras mentes podrían no estar confinados en el interior de nuestros cráneos, sino extenderse más allá de ellos. Sheldrake sugiere que nuestra actividad mental depende de campos invisibles que también pueden producir efectos a distancia.

En el mundo moderno, la forma más corriente de telepatía se produce en conexión con las llamadas de teléfono y oír su voz. Muchas personas dicen que a veces saben quién les está llamando antes de descolgar el teléfono. La telepatía parece estar muy expandida en el reino animal y es parte de su naturaleza biológica, aunque nuestros propios poderes telepáticos son generalmente pobres comparados con los de los perros, gatos, caballos, loros y otras especies de mamíferos y aves. Sin embargo, según explica Sheldrake, “la telepatía, como la sensación de sentirse mirado, es solo paranormal si definimos como ‘normal’ la teoría de que la mente está confinada al cerebro. Pero si nuestras mentes se extienden más allá de nuestros cerebros, tal y como parece, y conectan con otras mentes, tal y como parecen hacer, entonces fenómenos como la telepatía y la sensación de sentirse mirado parecen normales. No son raros, ni están en los límites de la psicología humana anormal, sino que forman parte de nuestra naturaleza biológica”.

La idea de la mente extendida que propone Sheldrake permite que nos tomemos en serio la existencia de un séptimo sentido en la gente y en los animales. Nos ayuda asimismo a reconocer que el séptimo sentido es parte de nuestra naturaleza biológica. Ante nosotros se abren vastas áreas del mundo natural por investigar y explorar, pero hay algo más: “El reconocimiento de que nuestras mentes se extienden más allá de nuestros cerebros nos libera. Ya no estamos aprisionados en el estrecho confinamiento de nuestros cráneos, con nuestras mentes separadas unas de otras. Ya no estamos alineados de nuestros cuerpos, de nuestro entorno y de las otras especies. Estamos interconectados”, concluye Sheldrake.

 

PSÍQUICOS INVOLUNTARIOS

Si se ha convertido usted en un psíquico involuntario o ha descubierto casualmente que posee poderes para sanar, no solo debería saber que sus capacidades pueden ser de gran ayuda a muchas personas, además de resultarle muy valiosa en la vida cotidiana, sino que cuanto más se empeñe en reprimirlas más trastornos le provocarán. En este sentido, el psiquiatra inglés Arthur Guirdham, lleva muchos años insistiendo en que la represión de los talentos psíquicos es determinante en la génesis de enfermedades físicas y psíquicas.

Para ilustrar las afirmaciones de Guirdham, describimos el caso de un paciente que le consultó cuando tenía veintitantos años debido a su obsesión de que había dañado o podría dañar gravemente a otras personas. Ya entonces sufría de úlcera duodenal. Durante quince años sufrió ataques de depresión por los que recibió en más de una ocasión terapia eléctrica convulsiva. Entre los periodos de enfermedad disfrutaba de gran éxito profesional. Era agradablemente escéptico y muy perspicaz sobre sí mismo y los demás. Cuando Guirdham se lo encontró diecisiete años después de su primera consulta, la situación había cambiado notablemente. Durante algún tiempo su duodeno se había estabilizado y las depresiones habían remitido. Ahora le interesaba todo lo relacionado con lo psíquico y había reconocido que él mismo poseía dotes. También admitía que se sentía tenso y agitado, mientras que antes escondía su ansiedad bajo una máscara de cínico auto-desprecio. Era evidente que su tensión estaba relacionada con su falta de reconocimiento -a nivel consciente-, de sus dotes psíquicas, como lo prueba el hecho de que cuanto más abiertamente admitía el paciente sus potencialidades psíquicas, más remitían sus síntomas obsesivos.

Si se tiene en cuenta que la PES es una vía de conocimiento mucho más profunda y fundamental que las apoyadas en conceptos verbales, no es extraño que la interferencia con su expresión resulte peligrosa. Esto suele observarse con relativa frecuencia en personas que se niegan a asumir sus dotes naturales para la sanación: raramente escapan a dolencias duodenales. También existe una proporción sumamente elevada de personas con trastornos cardiacos que comparten con las víctimas de la enfermedad duodenal la capacidad para la percepción de los fenómenos psíquicos, al margen de su posible potencial como sanadores. Al igual que los obsesivos, los cardiacos suelen ser muy escrupulosos, excesivamente meticulosos y con mucho empuje personal. Los trastornos de colon son también otro padecimiento común en aquellos que se niegan a reconocer sus dotes. En algunos casos la situación puede agravarse hasta el punto de llegar a producir colitis mucosa, con descargas de sangre y moco. Según Guirdham, la salvación de estas personas no se encuentra en la psicoterapia sino en la expresión de sus dotes. Sin embargo, ¿quién puede ayudarles para tal consecución si para empezar muchos piensan que pueden estar locos? ¿Lo están?

Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos mentales