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Foca / Investigación / 148

Shangay Lily

Adiós, Chueca

Memorias del gaypitalismo: la creación de la «marca gay»

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¿Qué es el gaypitalismo? ¿Cómo ha pasado una comunidad de ser la más admirada y luchadora a raíz del SIDA, con todos los logros conseguidos, a ser sometida por el liberalismo y convertirse en su gran capataz? ¿Cómo han conseguido unos cuántos oligayrcas ha­cerse con ella y transformarla en un negocio? A esto y a mucho más es a lo que respondió Shangay Lily en su última obra.

Un texto contundente, radical, políticamente incorrecto, escrito sin cortapisa alguna, con una crítica directa al corazón mismo del mundo gay, a quienes en su seno pusieron en marcha una maquinaria servida por la lógica del capital que ha contribuido a hacer de lo que era (y debe seguir siendo) reivindicación un gran negocio, amparado, como no puede ser de otra forma, por una marca que, «alegre y divertida», en lugar de liberar genera discriminación y marginación.

El libro póstumo de un activista comprometido, cuya denuncia y energía constituyen una llamada para que otros continúen una lucha que aún tiene mucho que ganar.

Shangay Lily, feminista, gay, ateo, escritor, artista y activista («artivista»), ha sido una de las figuras más relevantes del ámbito homosexual en España. Siempre fue un disidente pionero; siempre estuvo fuera del sistema, para, desde su independencia, alzar su voz de denuncia e intentar reformarlo. Luchó en muy diversos ámbitos del activismo social, queer, gay y feminista. Fue la primera drag queen de España, posición desde la que cuestionó los géneros y el machismo. Creó el Shangay Tea Dance, la primera fiesta temática gay, y Shangay Express, la primera revista gratuita ex­clusivamente gay. Por supuesto, no se puede soslayar su carrera en televisión, donde fue uno de los primeros personajes en mostrar abiertamente su homosexualidad; empezó en 1994, triunfando en las principales cadenas, y terminó por decisión propia en 2005 tras el reality de Antena 3 La Granja, como denuncia a la manipulación del medio televisivo.

Su trayectoria estuvo marcada por su firme compromiso con el movimiento LGTB y con la izquierda, alejado en ambos casos de cualquier postura acomodaticia. En los últimos tiempos fue comentarista habitual del diario Público, donde escribió su reconocido blog «Palabra de Artivista».

 

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RAG

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© Shangay Lily, 2016

© Ediciones Akal, S. A., 2016

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ISBN: 978-84-945283-7-8

 

Paloma Linares, la luz que no cesa

A todos los que sufrieron la opresión desde dentro de la opresión y cuyo dolor fue silenciado y tachado de enemigo de la lucha

 

Introducción

Nos tienen miedo

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Liliana Felipe

¿Crees que van a anular el matrimonio gay? ¿Qué pasará con mi familia? ¿Nos quitarán a nuestro hijo? ¿Podré seguir visitando a mi marido en el hospital? ¿Mi esposa colombiana perderá su nacionalidad y será deportada? ¿Perderé la pensión de viudedad? ¿Al final van a heredar todo lo mío esos padres y hermanos que casi me llevaron al suicidio? ¿Volverán a poder insultarme impunemente?... Durante las semanas previas a la victoria del Partido Popular, declarado enemigo de los derechos e igualdad de los gays, un pesado manto de preguntas, profusamente bordado en angustia, miedo y desolación, descendió sobre la comunidad gay, cubriendo su tradicional resolución con una resignación insidiosa. Cuando la noche del 20N de 2011 se confirmó que habían ganado en ambas cámaras con una mayoría absoluta desconocida hasta entonces en la historia de nuestra democracia, el manto se tornó lápida.

Los distintos analistas confirmaron que, con esa monstruosa mayoría y un control inusitado que se venía a sumar a la ya preocupante mayoría obtenida en las municipales y autonómicas, prácticamente podían hacer lo que quisieran.

Desde ese momento, el arsenal de preguntas se multiplicó hasta convertirse en una verdadera camisa de fuerza, una asfixiante momificación que parecía impedir movimiento alguno más allá de la queja, la perplejidad y la preocupación. La inacabable letanía de incertidumbres que parecían haberse olvidado desde que, gracias a Zapatero, nos convertimos en el tercer país del mundo en aprobar el matrimonio homosexual (sólo detrás de Países Bajos y Bélgica), regresó con alevosía, secuestrando todo el imaginario de nuestra comunidad bajo un solo clamor: ¿qué va a pasar ahora con los gays?

Pero a mí la pregunta que me asediaba por cada esquina de mi asombro era otra bien distinta: ¿cómo hemos pasado de ser una comunidad rica en recursos ante las situaciones más desesperadas, dotada de un ingenio sin parangón ante problemas aparentemente insolubles, a ser una comunidad pusilánime, apocada, pasiva, carente de recursos creativos, una comunidad que espera que otros nos den las respuestas en lugar de crearlas como hemos hecho siempre?

Y esa es la pregunta que quiero contestar en este manifiesto anti-gaypitalista, opúsculo de reanimación, libro máquina-de-guerra, centro de reclutamiento, encíclica maricona, evangelio de la pluma no corporativa, guía de resucitación, estación de servicio en la que repostar... Llámalo como quieras.

Para contestarla, hay que echar la mirada atrás y recordar todo lo que fuimos e hicimos. Porque creo que hemos olvidado que poseíamos ese explosivo fuel por el que muchos gobiernos matarían, una inaudita fuente de energía que elevaría toda una ciudad amurallada, con sus hogueras perfumadas de hinojos, con sus carromatos con barrotes para llevar a las brujas y a los sodomitas a buen recaudo, con sus pilas de piedras que poder arrojar impunemente al mariconazo, a la tortillera, al afeminado, con sus sótanos llenos de secretos, lágrimas y disculpas, con sus casas llenas de devotos hijos, maridos y padres que escapan por las noches a buscar a hombres que apaguen su fuego, con sus urinarios, plazas, parques y estaciones donde las miradas se vuelven oblicuas y los penes graníticos, con todos sus seminarios, iglesias, sacristías y vaticanos henchidos de pederastas, reprimidos y amargados que señalan con el dedo al que la noche anterior marcaban con la lengua, a toda esa fatídica ciudad encerrada entre muros que tanto nos ha hecho.

Como adelanto de esa respuesta permitidme compartir con vosotros la letra de una canción: Nos tienen miedo. No es casual que fuese compuesta por un matrimonio de lesbianas, dos grandísimas artistas residentes en México y conocidas por su activismo LGTB y feminista. Por un lado, tenemos a la pianista, cantante y activista Liliana Felipe, una mujer extraordinaria que nació en Argentina en 1954, pero que tras el golpe militar de Jorge Rafael Videla en 1976, durante el cual su hermana y su cuñado «desaparecieron» víctimas de la represión, tuvo que huir y exiliarse en México. Por otro, tenemos a su esposa, la actriz, no menos activista y artista, Jesusa Rodríguez. Ambas llevan años siendo conocidas por su orgullosa militancia LGTB. No en vano, contrajeron matrimonio el 11 de marzo de 2010, siendo una de las primeras cuatro parejas del mismo sexo en casarse del Distrito Federal de México.

En enero de 2008 compusieron la canción Nos tienen miedo. Enseguida se convirtió en un verdadero cántico de guerra en las manifestaciones contra la privatización del petróleo en México o la resistencia popular contra el golpe de Estado en Honduras, para poco después pasar a formar parte de la mayoría de los movimientos de protesta de toda América Latina.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Están atrás,

van para atrás,

piensan atrás,

son el atrás,

están detrás de

su armadura militar.

Nos ven reír,

nos ven luchar,

nos ven amar,

nos ven jugar,

nos ven detrás de su armadura militar.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

En efecto, acabas de ver la fórmula magistral de nuestro carburante: no tener miedo.

¿Y por qué no teníamos miedo? Porque no teníamos nada que perder. Nos habían hundido hasta lo más hondo de la ciénaga de los olvidados, nos habían lanzado hacía muchos siglos hasta el fondo del pozo de los despreciados y habían echado la tapa como quien pone una lápida.

¿Y por qué ha cambiado eso?, habría que preguntarse. La respuesta es sencilla: porque ahora tenemos cosas que perder. O eso nos han hecho creer. ¿Quién? Esa es la tercera pregunta que creo que deberíamos hacernos.

Y en la respuesta a ese oscuro «quién» es donde empieza a dibujarse uno de los puntos cardinales de la crónica de un encallamiento anunciado, porque, al indagar sobre los interesados en que el miedo anide en nuestros corazones, descubrimos que ese concepto de comunidad como unidad de lucha, como unidad de vida, como unidad de éxitos, es mentira. De repente, en el mapa que debemos trazar para descubrir por qué ha encallado nuestra nave y ya no se mueve, aparece claramente una comunidad que ya no es una unidad, una tribu, un pueblo que dirige sus pasos hacia un bien común. La mirada minuciosa revela que en algún punto la unidad inicial ha desaparecido y ha ido siendo sustituida por una dualidad de ciudadanos: unos arriba y otros abajo.

¿Cuándo ha devenido nuestra comunidad esa réplica de la dualidad capitalista en la que unos privilegiados, unas elites reducidas, dominan, gobiernan, dirigen y hablan en nombre de la mayoría oprimida?

Esa es una de las principales respuestas que intentarán ofrecer estas memorias del gaypitalismo: contar lo que hasta ahora nunca se ha contado.

Pero empecemos por el principio. Analicemos nuestra ruta hasta aquí y quizá en esa carta de navegación gnomónica encontremos el punto en el que los vehículos empezaron a detenerse, las naves a encallar y los tripulantes a bajarse de los automóviles para convertir su miedo en casa.